Y sin quererlo te quiero.
Adormecida por las cansables vueltas que doy en mi cama, aturdida por el silencio que se acopla entre las paredes y me cuenta el no final de un cuento interrumpido,de una melodía ciega de paisajes y aromas.
Suspiro.
Realidad que se cuela como los fideos en los domingos y se mete entre mis cañerías el jugo aceitoso de una ilusión perdida.
¿Que paso?...
...Con la alegría atragantada y la espera de tu mano sobre la mía, con las pieles chorreantes de desnudez, con la canción sin letra, con la mirada tajante entre las venas, con la esperanza de un patio de tierra y un corazón de semillas, con la ternura deliciosa de tu lengua sobre la mía, con lo claro de Ana y las canciones de cuna, con la mañana con olor a tilo, con los ojos brillantes de verme en vos, con la sonrisa de jugar una rayuela, con la esperanza del destino, con el librito guardado...
No es fácil escribir.
Las palabras no siempre nos hablan de lo que somos, del alma, del pecho latiendo, de la vibración de los cuerpos...
¿Porque? Aun no lo se, adentrarse a uno mismo puede ser un tremendo caos de incoherencias y de frases olvidadas en alguna isla baldía.
Tu mano dibuja mi realidad, pero no mi sentir.
Porque todavia creo en cambiar algo, en mirar a los ojos y en algunas voces. Porque sigo en busca de alguna palabra que pueda definir esto que desde mis adentros se repite a cada instante.
vive
jueves, 24 de noviembre de 2011
sábado, 19 de noviembre de 2011
Ana Clara
Fin. Correr, correr, correr con los ojos bañados en lagrimas, esquivando charcos y siguiendo al horizonte. ¿Donde vas Ana Clara? de que te escondes, de que huyes. Para, respira, teme... escapa del dolor,no quiere mirar atrás, solo deseo ser una con el mar, sumergirse en las olas y dejarse ir en algún día de verano. ¿Luchar?, no puede. Sus ojos han caído en la mas profunda de las oscuridades, ha remado tanto que sus brazos ya no tienen fuerza, camina pero no avanza, su mirada sigue fija en aquel recuerdo...el día en que el decidió partir para nunca regresar. Ese día le sacaron una gran parte de ella. Sigue corriendo, necesita no pensar. Necesita sentir la libertad y que el aire le de un suspiro, su suspiro. Pero el sigue latiendo en ese árbol, en aquella nube, en ese café o en aquella avenida. Su sombra la persigue y Ana corre, no para de correr. No sabe donde va, pero no quiere cerrar los ojos. Cerrar los ojos es perder. Y en ella todavía hay algo que no la deja detener.
Todavia late. Habia una vez Ana Clara.
Todavia late. Habia una vez Ana Clara.
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